En teoría, el poder mediático garantiza una representación permanente de los ciudadanos. Son algo así como una especie de cuerpo intermediario entre el poder político y nosotros, los ciudadanos, que demandamos por activa y por pasiva la imparcialidad y objetividad de éstos. Pero, ¿llega a ser así del todo? Yo no lo creo.
En las democracias mediáticas los periodistas y los políticos se necesitan mutuamente para alcanzar sus objetivos. Los primeros, para poder informar, precisan tener acceso a la autoridad. Y los segundos necesitan que la ciudadanía tenga noticias de ellos, de sus propuestas y de sus actuaciones. Para el buen funcionamiento de la democracia es necesario que exista esta cercanía entre los medios de comunicación y la clase política. ¿Problemas? Actualmente, el político habla únicamente para los medios, con palabras, actos e imagen preparados (por ejemplo, con entrevistas pactadas de las cuales ya tenemos constancia.), con el objetivo de persuadir en lugar de convencer. No quiero que me vendan una idea, para espectáculos, ya está la feria.
¿Por qué hablo de esto? Desde el 15M, y esto no es ningún secreto, hemos visto cómo los medios manipulaban todo tipo de información. Llegué a escuchar verdaderas atrocidades. Mi entrada no tiene otro objetivo que animar a usar otros canales de información no comprados y corrompidos, en donde no existe la condena o el vituperio y somos libres para ser objetivos o no, pero nunca imponiendo una información irreal: he descubierto un nuevo universo informativo con un aparato visible en casi todos los hogares. Creo que le llaman 'router'.
Bienvenidos al progreso.
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